¿Cómo veremos el Mundial de Brasil 2014?

El juego está por comenzar. Las luces del estadio están encendidas. El grito de las tribunas es ensordecedor. Yo estoy nervioso (siempre me pongo nervioso antes de un partido importante) y al final de cuenta no es para menos: se trata de un partido por la Copa del Mundo Brasil 2014. El árbitro da el pitazo inicial y el delantero de mi equipo toma la pelota y corre a toda velocidad hacia delante, con el arco entre ceja y ceja. Pero de repente dos jugadores del equipo contrario cortan su camino al gol, entonces el delantero gira, da un pase y el balón viene directo a mí. La gente ruge y el sonido me rodea. Me preparo para recibir la pelota, me acomodo bien y estiro la pierna para tocarla, pero un defensor contrario aparece a centímetros de mí para interceptar el balón. El movimiento me sorprende, es demasiado real para alguien que está viendo el partido desde un cómodo sillón a miles de kilómetro de distancia. Pero la televisión en 3D logra esto: que uno se sienta parte del juego. 

El partido continúa, y mientras la transmisión sigue de cerca de los jugadores, yo elijo con el control remoto de mi decodificador una cámara que me muestra las tribunas. Hago zoom hacia una bandera de mi país y acerco la imagen todo lo posible para ver si se trata de alguno de mis conocidos que fueron al estadio. Puedo verlos claramente, gracias a la TV de alta definición (HDTV). Luego, apretando sólo un botón, vuelvo rápido a lo que sucede en el partido, y elijo verlo desde una cámara en lo alto, que me muestra el campo de juego entero.

Poco después, a 15 minutos de terminar el primer tiempo, hay una jugada peligrosa en el área rival. La hinchada grita pidiendo tiro penal, pero el juez deja el juego seguir. La repetición de la transmisión no me deja satisfecho. Entonces retrocedo la grabación, vuelvo sobre la jugada, acerco el zoom, hago correr la acción cuadro por cuadro y la detengo en el momento crítico; luego miro la imagen desde distintos ángulos: no caben dudas, fue penal no cobrado. Abajo en la pantalla titilan mensajes de mis amigos, con quienes vamos comentando las acciones en tiempo real. Gracias a la tecnología, puedo validar que esta vez estamos todos de acuerdo.

Termina el primer tiempo, y mientras los jugadores descansan, yo recorro las tribunas y el estadio observando todos los detalles gracias a la alta definición. Aprovecho esos minutos para comprar, a través de la pantalla, la pelota oficial del Mundial. Poco antes de reanudarse el juego, recibo un mensaje en la pantalla: un amigo me invita a seguir viendo el partido en su casa. No hay tiempo que perder; enciendo la TV móvil en mi celular que se autoconfigura con mi decodificador de televisión y salgo para allá. El viaje es corto, apenas unos cinco minutos, todos los viajeros miran sus dispositivos, nadie quiere perderse ni un instante de lo que ocurre en el estadio. En medio del viaje recuerdo que en el apuro olvidé dejar grabando el partido, entonces entro a mi set-top-box de manera remota (las redes inalámbricas de 4G me salvaron esta vez) para continuar grabando mientras yo no esté. Ya casi en la casa de mi amigo, aviso con un mensaje que estoy llegando, sin dejar de ver el juego. Cuando llego hay más gente cerca de la pantalla gigante HDTV de mi amigo, todos atentos al juego. No termino de sentarme cuando el relator grita ¡Goool! y todos nos abrazamos, el sonido del estadio nos envuelve y parece que nos abrazamos con los jugadores.

Pablo Casas,

Director de Desarrollo de Negocios América Latina

Motorola Inc

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